El transporte de mercancías entre Roma y sus provincias se vio beneficiado por la construcción de una red de caminos y se edificaron puertos a lo largo del Mediterráneo.
El Senado y sus familias tenían la prohibición de dedicarse al comercio, no así los miembros de la orden ecuestre que lo hicieron con gran motivación.
Los plebeyos y libres tenían tiendas o puestos en los mercados.
Los esclavos eran objetos de transacciones comerciales.
La necesidad de abastecer a las diferentes ciudades del Imperio Romano impulsó el desarrollo provoco un fuerte desarrollo del comercio : productos agrícolas, minerales, y artesanos, como la cerámica griega o las sedas y perfumes de Oriente.
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